Estudiar la palabra de Dios es un reto para muchos. Hay tanto, tanta información allí que nos abruma el solo hecho de pensar que no sabemos por dónde comenzar. ¿A veces has sentido que por más que lees la palabra, no escuchas la voz de Dios, no sabes qué hacer?
Estudiar la palabra de Dios es un reto para muchos. Hay tanto, tanta información allí que nos abruma el solo hecho de pensar que no sabemos por dónde comenzar.
¿A veces has sentido que por más que lees la palabra, no escuchas la voz de Dios, no sabes qué hacer? Ese deseo ferviente de seguir conociendo a tu Dios no lo sientes y a veces hasta dudas de tu salvación y del sello de Espíritu Santo en ti.
¿Qué esta sucediendo contigo? ¿Cómo despiertas en ti esa pasión?
He ha pasado igual, muchas veces ese amor por la palabra desaparece, esa necesidad de conocer mas a Dios mengua y nuestras vidas se vuelven monótonas y vacías, nos estancamos.
Dios me mostró en esa ocasión lo que sucedía conmigo y quizás puede que te este sucediendo lo mismo.
A veces nos dejamos abrumar tanto por los afanes de este mundo, por las enseñanzas de superación personal, por el éxito que olvidamos lo importante.
¿Recuerdas a Marta y Maria? Una estaba afanada con los quehaceres del hogar; la otra dio prioridad a lo mas importante… Cristo.
Puede que Dios no este en el lugar que debe estar, Quizás lo has sustituido con tus estudios, trabajo, familia, parejas... Recuerda poner la mira en las cosas de arriba.
A veces nos acercamos a Dios cuando todo lo que hemos intentado falla. Mi mama no puede solucionarlo, ni mi dinero, ni mi tio influyente... entonces ahi es que buscamos a Dios.
Sólo Dios puede llenar nuestro vacío, nuestra necesidad de amor, afecto y comprensión; Ninguna otra cosa lo hará.
Antes de afirmar que Dios no te habla, que su Espíritu no te dirige; analiza primero tu corazón, pregúntate: