Tener todo bajo control

Lo confieso, soy de esas personas que debe tener todo ¨bajo control¨, tengo una rigurosa agenda llena desde las primeras horas del día; debo organizar mi comida, la ropa, los zapatos, la cartera o bolso el día anterior, sino lo hago me convierto en un real caos... Todo debe estar ¨perfecto¨ para que mi día (según yo) sea perfecto.

Pero jamás lo será, no voy a poder controlar absolutamente nada de lo que pueda suceder oy, mañana, ni nunca. Esta es una verdad que debo repetirme cada día.

Un capítulo importante de mi vida está llegando a su final, y querer controlar lo próximo que ¨podría suceder¨ se ha convertido en mi lucha constante. El miedo, la ansiedad, las expectativas, deseos y planes, están haciendo que dude; no de mi misma, sino de Dios. Estoy intentando forjar mi propio camino, en vez de confiar en Dios y sus planes para mi vida.

Planes de bien y no de mal

Son los que Él ha preparado de ante mano para sus hijos. Entonces ¿por qué es tan difícil confiar en Él? A esto llamo ¨ateísmo práctico¨, ¿Ateísmo práctico? Si.

Cuando el miedo, la ansiedad y demás asuntos se apoderan de nosotras, estamos dudando del poder de Dios, de su soberanía, de su misericordia, de su bondad... Estamos dudado de su DEIDAD; eso nos convierte inmediatamente en ateas practicantes. Sé (en teoría) que Dios es todo eso y mucho más, pero si en mi vida no lo aplico, estoy siendo atea.

Escribo este post más que para ustedes, para mí misma; necesito recordar las bondades de Dios para mí vida, necesito recordar que Èl es soberano. Necesito decirme: Si Dios hasta ahora no me ha abandonado, ¿lo hará? NO, Él estará conmigo todos los días, hasta el fin del mundo y eso nada ni nadie lo podrá cambiar. Estamos donde estamos porque Dios así lo quiso, Él nos está preparando, está moldeando nuestro carácter, está capacitándonos. Solo así vamos a poder cumplir sus propósitos, solo así podremos hacer aquello que de antemano Él determinó.

Nos toca a nosotras confiar en sus planes y no en los míos, nos toca dejar las quejas cuando estamos en un lugar no muy agradable, nos toca agradecerle cuando las cosas no son como pensamos; nos toca reconocer aquellos aspectos que Dios quiere trabajar en mi vida ahora, para servir mejor mañana. Nos toca cultivar una relación con Él hoy, para conocer sus planes para mí.

Dios siempre sabe lo que es mejor; confiemos en Él.